«Pocos días después, el Hombre Grande se volvió a encontrar con el pequeño y le dijo, después de saludarlo:
Es bien justo que seas como eres. Si tan sólo existieran grandes hombres, como yo, no habría sitio para todos, porque, por más que seas diminuto, todavía ocupas un lugar. Esa presencia mínima viene a ser un estorbo gigantesco.
A esto, el hombre pequeño nada dijo y, sonriendo con algo de ternura, simplemente se puso de perfil».
¿Acabarán descubriendo estos hombres que cada uno sólo existe consigo mismo en el otro, que lo diferente tiene que regresar a la unidad, pues su verdad consiste en que lo diferente sea uno? Eso viene a afirmar Hegel en su Introducción a la Historia de la Filosofía. Y en eso, sobre eso y contra eso se debaten los dos hombres que aquí aparecen. Y desaparecen.