La mitad del trabajo de un poeta es atención. No hay nada demasiado pequeño, rápido, leve o insustancial para que no lo observe detenidamente. Y es que, precisamente, lo insignificante destella de significados. La poesía cotidiana de Ferrando está tejida con los hilos del arte de acción y teñida de una cierta filosofía oriental. Una partitura de experiencias sutiles que podemos interpretar nosotros mismos.