Arthur Conan Doyle (1859-1930), el creador de Sherlock Holmes, escribió al filo del novecientos dos obras, a medio camino entre la historia y el periodismo, sobre la Segunda Guerra Bóer (1899-1902), que enfrentó a los afrikáners y al imperio británico, y que tuvo una amplia repercusión en la Europa de su tiempo. La primera de ellas fue The Great Boer War, publicada en 1900, antes de que concluyera el conflicto y por ello acrecentada en sucesivas ediciones; la segunda, esta de La guerra en Sudáfrica (1902).
Su objetivo -según nos informa el autor en sus memorias- no es escribir la historia de la guerra, cosa que ya hizo en el libro anterior, «sino tocar ciertos puntos acerca de los cuales se ha tratado de desviar la opinión en el continente y en los Estados Unidos», y lo hará «no a la manera del abogado que prepara un informe, sino con la recta intención de pintar la cosa tal cual es, aun en aquello en que me atrevo a diferir, ya del modo de obrar del gobierno inglés, ya del de los generales en el campo».
El resultado, una minuciosa y bien trabada defensa de la postura y actuación británicas, una pionera obra maestra de la propaganda política, tuvo un éxito inmediato en Inglaterra y fue pronto traducida a las principales lenguas (sería el primer libro suyo traducido al español).
No reeditada nunca, esa temprana traducción de 1902 se ofrece ahora conveniente revisada y nos permite descubrir que el gran narrador que fue siempre Conan Doyle no deja de serlo cuando pone su arte en la defensa de unos ideales por los que en unos casos -imperialismo, colonialismo- ha pasado inmisericordemente el tiempo, pero que en otros, la mayoría, siguen siendo tan actuales hoy como entonces.