En La intimidad del trapecista Javier Asiáin agita la conciencia como en un avispero. Igual que un cuerno sonoro en la noche durmiente, sus poemas son una llamada interior, una invocación al insomnio en un mundo que gravita autómata. Fiel a una razón elevada, sus versos están llenos de búsqueda de la verdad y plenitud consciente. Con una atmósfera espiritual más que evidente, sus continuas reflexiones se convierten en cargas de profundidad en la conciencia de un lector que nunca queda indiferente. Su escritura se trasforma también en una espoleta cultural a favor de la delicadeza y sensibilidad, un cuestionamiento íntimo a favor de la belleza. En definitiva, este libro es una honda meditación, una celebración por el júbilo de vivir, una bella oración arrojada al viento desde el punto más alto del trapecio.