Elena Valente, antropóloga de estricta formación racionalista, emprende la búsqueda
de su prometido, desaparecido en circunstancias anómalas. Durante sus
indagaciones, va alterándose su percepción de la realidad hasta vislumbrar ciertas
intrusiones desde lo invisible. Así, se ve inmersa en varias experiencias daimónicas
ante las que responde con un escepticismo que se irá quebrando a lo
largo del relato.
La actual visión del mundo, más mecánica que orgánica, más dada a lo mensurable
que a lo vivenciado, se trastoca cuando ciencia y misticismo se hacen
compatibles. También, cuando los múltiples universos que coexisten durante el
sueño pueden atisbarse durante la vigilia con el don de una segunda mirada.
Quienes aún la poseen disfrutan de una contemplación más honda y primordial
de la realidad.