Cuando Carlos Fuentes desapareció, el 15 de mayo de 2012, se cerró una de las páginas más importantes de la literatura mexicana, hispanoamericana y mundial del último siglo. También se puso el punto final a «La edad del tiempo», obra compleja y única, magnífica y grandiosa como las hay pocas, que el escritor se empeñó en consolidar y renovar año tras año. Era hora, pues, de dedicarle un estudio a la totalidad de esta obra narrativa prodigiosa, siguiendo una trayectoria vigente y abarcadora. Este ensayo pretende demostrar cómo las fronteras, que se encuentran a todos los niveles del universo literario del maestro Fuentes, forman parte de una estética y de una postura filosófica adoptadas por el escritor. Observar el mundo según dos enfoques, no tanto opuestos sino compenetrados, abre así un horizonte de posibilidades. Fronteras históricas y geográficas (como la herida paradigmática que separa México de Estados Unidos), pero también fronteras sociales o urbanas, y fronteras antropológicas, biológicas y ontológicas, plantean el mundo imaginario según su contradicción y su doble vertiente, reflejando así el pensamiento dialéctico del gran escritor mexicano. Las fronteras, como fragmentación y unión, son un soporte para el contraste. Los cruces de fronteras resaltan los traumas personales y los estigmas nacionales, y obligan a reflexionar, como temática preponderante, sobre las relaciones humanas y los choques entre identidad y alteridad.