El marqués de Sotoancho, ya es libre. Ha «despachado» a Mamá y al cura, y se ha desbocado. No está mal tras sesenta y dos años de
sometimiento materno, tan entero que podría pasar por castrado, y tan inexperto que necesita recurrir a un «spray mágico» para conseguir
el beso deseado.
Susú se ha convertido en un «potro desbocado», un «tiburón» sexual cuyos ardores traen de cabeza a Mamá, tan recatada siempre. Pero
ésta también esconde una agitada y secreta vida interior, tan sorprendente que se ve obligada a aceptar como nueras a una divorciada colombiana o a la hija del guarda, algo impensable en la noble estirpe de los Sotoancho