Nada le sienta tan bien a la poesía como una crisis espiritual. Lo que sucede es que ahora apenas se tienen crisis espirituales (véase Cant espiritual de Ausiàs March); abundan en cambio las crisis psicológicas, y también las llamadas ideológicas que es algo más truculento y menos productivo para la obra del artista. Durante gran parte de su vida, Eliot manejó la suya con admirables resultados literarios; su Miércoles de ceniza marca un punto de inflexión, el problema de inventarse una nueva persona poética acorde a la persona pública, pues nada entra en la lengua, nos dice Saussure, sin antes haber sido ensayado en el habla. ¿Es la poesía el tema del poema? En la búsqueda por encontrar salidas, entre gente encantadora y amable aunque un poco depresiva, uno se encuentra con algo o alguien que no esperaba: "el fantasma de la juventud en la fiesta de los sepultureros".