La obsesión por el tiempo es muy de los 40. En este Maneras de conjugar el tiempo llega desde el título y está presente en toda la obra, como ya hicieran la mayoría de los grandes poetas empezando por el ?quizá? mayor de todos, Don Antonio Machado y atreviéndose el autor, incluso, con un verso clásico y recurrente, cualquier tiempo pasado fue mejor, de otro enorme Don, en este caso, Manrique. Pero Don Juanjo Ibáñez no es Machado (que sí machadiano), y no parece que viviera en la Castilla medieval. Nunca tuvo una casa ni un patio en Sevilla, eso sí, tuvo un pisillo y unos padres currelantes ?como diría Carlos Cano?, en Granada, y eso de por sí ya es un tesoro. Y sobre ese tesoro, el tiempo, el amor y Granada, escribe, habla y siente Juanjo Ibáñez en este precioso poemario lleno de versos claros y cierta obsesión por no haber vivido tanto como el autor quisiera.