En Mauritania no nieva, pero el poeta puede hacer que la imaginemos nevada, porque es lo imposible rememorado el pulso que sostiene estos poemas. Como escribió Kavafis en Ítaca, lo importante es el camino y en este poemario el camino deja huellas dolorosas, pérdidas como la del padre, o simplemente el paso del tiempo, aquello que se amó simbolizado en el cuerpo de una mujer, fotografía multiplicada por la experiencia extrema del amor ya ocupando un territorio nostálgico que en versos cortos, en su mayoría heptasilábicos, proporcionan un ritmo donde la pérdida convierte a Mauritania en un atardecer herido. Carlos Juárez Aldazábal en una ocasión escribió que la poesía es una superstición que permite conjurar la muerte y quién sabe, si también vencerla. Concha García