La incorporación de Alberto Cardín al tejido intelectual barcelonés coincide simbólicamente con laLey de Reforma Política aprobada por las Cortes franquistas a finales de 1976 que ponía fin al régimen del dictador muerto. Alberto Cardín fue, durante siete años (1976-1983), desde sus primeros textos en El Viejo Topo hasta sus últimas columnas en el suplemento «Disidencias», labrada ya su irremisible fama de polemista, una de las voces más sonadas de la plana cultural alternativa. La dureza burlesca de sus consideraciones intempestivas, la brillantez de un discurso crítico apoyado en la sospecha y en la destrucción de la complacencia presentan una de las vías menos promocionadas de la Transición, la de aquellos que para construir un lugar mejor apostaron por el incendio.
El olvido que pesa sobre Cardín es proporcional a la claridad con que la España oficial sigue narrándonos su historia reciente. La compilación de los tres poemarios que el autor publicó durante los cinco años señalados Paciencia del destino, Despojos e Indículo de sombras pretende elevar a documento público la memoria lingüística de una figura tan extraña como necesaria, y que recorta un paisaje vital no menos fascinante por donde se pasearon nombres como María Zambrano, José-Miguel Ullán, Leopoldo María Panero, Carles Hac Mor, José Alcrudo, Federico Jiménez Losantos y Eugenio Trías.
Acompañan los poemas un prólogo de Ernesto Castro y una amplia selección de textos de y sobre Cardín que ilustra la cultura de unos días señalados.