En esta obra íntima y bellamente ilustrada, Christian Bobin evoca suinfancia hermosa a la par que terrible, como los ángeles transcurridaen Le Creusot, en la Borgoña francesa, ciudad de la que nunca se haido. La delicadeza, sabiduría y brevedad aforísticas a las queacostumbra el autor invitan al lector a pasearse, rodeado de flores obajo la nieve, por una ciudad en la que «porque no hay nada que ver,los ojos se empiezan a abrir y las visiones se multiplican».«Era el prisionero más joven de toda Francia. Iba de mi habitación alpatio y del patio a mi habitación. Cada verano lo pasaba encerrado encasa, recorriendo el claustro de las lecturas, disfrutando del frescor milagroso de tal o cual frase. Cuando quería salir, un ángel cerrabala puerta. Renunciaba a mi proyecto y volvía a mi habitación. El ángel me arrebataba la vida. La reencontraba en los libros».