Una y otra vez, las tribus bárbaras hacen peligrar las fronteras germanas del Imperio. Las campañas militares de Domiciano acaban en derrota, y alientan las conjuras y venganzas contra el emperador, quien actúa de un modo cruel y despótico en Roma.
En Hispania, el legado Trajano ambiciona más poder. Cuenta para ello con el rico e influyente clan hispano-bético de Roma y con el apoyo del hábil consejero Licinio Sura, quien conspira para asesinar a Domiciano, convenciéndolo de que dirija las tropas en el próximo ataque a los germanos