TADEA, huérfana de madre y acostumbrada a una infancia tranquila, feliz y libre de restricciones, se muda a la casa de sus tíos. Pronto su universo repleto de curiosidad e inocencia se verá reducido a un mundo hostil, plagado de advertencias, prohibiciones y silencios. La soledad y el peso de la orfandad de la que no se puede hablar, la empujan a buscar una escapatoria: paseos por el jardín, miradas hacia el pozo que devuelve sus palabras, el alivio de estar sola... Pero estas escapadas tropiezan casi siempre con castigos. Tadea se ahoga en un ambiente en el que todo permanece cerrado, lleno de tristura. En una época dominada por el realismo social, Quiroga se aleja en esta obra de la tendencia dominante para elaborar una prosa lírica y honesta que profundiza en las intimidades humanas y en los personajes heridos.