Los relatos de Andrés Ortiz Tafur se suceden como un ritural de las emociones, donde los sentimientos humanos se desplazan a través de una especie de locura que no es tal, pues todos y cada uno de los protagonistas de estos cuentos solo atesoran las debilidades y pasiones de ser humano. A partir de un cuadro de Emilio Maldomado titulado, Yo soy la locura, el narrador traza un universo literario único, a modo de territorio que él explora desde la incredulidad o la sorpresa que le transmiten sus personajes, siempre prisioneros de sus bajas pasiones, pues el sexo, el amor, la lujuria, el egoísmo o la infidelidad se nos muestran como enfermedades incurables.