La categoría «encarnación» permite abordar muchos de los problemas filosóficos que plantea la pregunta sobre el hombre. En principio, todos los seres vivos poseen un cuerpo material. Pero ¿son iguales todos los cuerpos, como piensan quienes siguen el discurso de ciencias como la química y la biología? ¿O existe una diferencia cualitativa entre los cuerpos materiales y el cuerpo «encarnado» del hombre?
La presente investigación se centra en el ser humano y en la peculiaridad de su cuerpo material, en el que la «carne» intermedia la experiencia que cada uno tiene de sí mismo y de los demás. Carne y cuerpo se oponen como el sentir y el no sentir. De hecho, cada individuo, al experimentarse, sufrirse, padecerse y soportarse en la carne, siente su cuerpo como exterior a sí. Según esta lógica, la carne no sólo es la que determina la singularidad individual, sino también el camino privilegiado para alcanzar el conocimiento de sí.
Cuando la tradición cristiana afirma en el prólogo del evangelio de Juan que «el Verbo se hizo carne» (Jn 1, 18), está invitando a la filosofía a profundizar en la unión perfecta de la carne y del verbo. Un desafío al que el pensamiento no puede sustraerse.
Michel Henry (1922-2002), filósofo y literato, maestro y escritor de renombre, está considerado uno de los grandes pensadores del siglo XX.