Carmen de Burgos, infatigable en su lucha por el progreso humano, retoma en Los endemoniados de Jaca las credenciales que la distinguieron como periodista combativa y mordaz. Esta vez para perfilar una ficción que puede entenderse como auténtico descenso a los infiernos de la superstición y el fanatismo. Esa es la experiencia que protagoniza Domingo al llegar a un entorno donde está muy arraigada la creencia en las posesiones demoníacas, a una ciudad que en el relato se identifica con Jaca, aunque podría ser cualquier otro rincón de la geografía española en el que perduran ancestrales prácticas supersticiosas. Jalonada por estampas costumbristas y pasajes de cromático realismo que revelan la habilidad de la autora en el arte de la descripción, discurre una historia sentimental condicionada por un doble determinismo social y del medio. Asimismo, tan evidente como la factura naturalista de la novela, lo son la intención polémica, casi de tesis, y las pinceladas expresionistas con que se le presenta al lector un mundo de pesadilla con los espirituados en un primer plano. Carmen de Burgos «Colombin