¿Cuántas voces te rodean? Las de la gente que pasa a tu lado cada día. La de la persona que te sirve un café. Esa con cuya sombra te cruzas al doblar la esquina.
¿Cuántas voces te habitan? Personajes protagonistas de historias, en apariencia, irrelevantes. Sin embargo, condensan la esencia de todo lo que importa.
Destaca en la poesía de Juan Bello su afinada habilidad para llegar a traspasar la piel de quien lo lee. Cuando parece que no está contando nada relevante, ninguna gran pasión que moverá montañas. Cuando parece que el siguiente poema no es más que un suerte de retrato de esa persona con la que se cruza habitualmente, de una escena rutinaria, entonces, cuando ya estás dentro, sus versos te devuelven tu propia experiencia, tu propia voz, el retrato de la persona con la que tú te cruzas habitualmente, lo profundo que se esconde en tu rutina.
Esa capacidad para ir de lo concreto a lo general y permanecer al mismo tiempo en el terreno de lo íntimo, ese cruce de caminos entre las voces de las personas y las voces internas, incluida la poética, supone la esencia de Todos hablando al mismo tiempo.
El autor se coloca delante del mundo, como si fuera éste una pantalla de proyección en la que ver pasar personajes y escenas, pero también memoria y reflexiones sobre el paso del tiempo, el destino o la melancolía. En esta película que Bello nos propone con su colección de poemas, los protagonistas y las situaciones descritas se mueven entre lo real y lo imaginado, lo trágico y lo cómico, buscando en el lector esa sensación de asombro ante lo cotidiano.