Aunque la inmaterialidad del patrimonio estaba largamente asentada en algunos contextos y ámbitos disciplinares, el impulso recibido tras la aprobación de la Convención para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial lo ha terminado convirtiendo en un concepto de moda, habitual en medios de comunicación y redes sociales. Sin embargo, a pesar de su enorme popularidad y proyección internacional, sigue provocando desconcierto, incomprensión, rechazo, sorpresa o burla. Y es que, al contrario de lo que pueda parecer, hay una gran diversidad de prácticas, conocimientos y costumbres que no se agota en el listado de elementos reconocidos como «Patrimonio Inmaterial de la Humanidad». Para contrarrestar esta tendencia, nos hemos propuesto ampliar el abanico de posibilidades y contestar las visiones preestablecidas, destacando elementos a priori alejados de los discursos dominantes.
El papel del museo en la salvaguarda del patrimonio inmaterial ha sido muy cuestionado, pero no podemos negar que es uno de los retos a los que hay que hacer frente. Si nos preguntamos qué hay más allá de esos monumentos inmateri