Esta es la historia de dos niñas y de dos épocas. Espino vive y siente de forma intensa todo lo que acontece a su alrededor en su pequeño pueblo manchego y aunque podría ser cualquier niña de principios de los sesenta, su vida ya viene señalada por la diferencia, y es que Espino es una más de las miles de niñas que en su más tierna infancia fueron atacadas por el virus de la poliomielitis, la cual marcó a Espino como la cojica del pueblo.
A mediados de los años treinta, otra niña, Rocío, con siete años se ve obligada a dejar su pueblo manchego y emigrar a Córdoba junto a su madre y a sus seis hermanas, allí las espera Juan, el padre, quien tuvo que huir unas semanas antes al ser amenazado de muerte por defender sus ideas políticas.
Con nueve años, Espino, se ve obligada a dejar su pequeño oasis entre Membrilla y Córdoba para adentrarse en Madrid donde vivirá, como muchas niñas más, el drama de ser separada de los suyos junto al miedo que para ella supone ser operada repetidas veces en un hospital madrileño.
En julio de 1936, Rocío quien ya se siente una cordobesa más, vive con horror los cañonazos de ataque de los sublevados contra el Gobierno Civil de su ciudad, la guerra civil ha empezado y ella, con solo nueve años, vivirá el horror de las sirenas que preceden a las bombas.
Dos miradas desde unas infancias en las que la ilusión y la fuerza del amor familiar superarán con creces los horrores de dos momentos vitales que cambiarán por siempre las vidas de las dos protagonistas.
Inma Blanco Bellón
Nací en Córdoba en 1958, aunque pasé mi infancia en Membrilla (Ciudad Real). Desde 1970 resido en Catalu-ña, concretamente en Banyoles (Girona), por todo esto me defino como andaluzamanche-gacatalana. Mi relación con la literatura se inicia en los sesenta gracias a mi ingreso y larga estancia en un hospital de Madrid, a consecuencia de la poliomielitis que sufrí con 18 meses. Fui madre adolescente a los 18 y durante años me dediqué a cuidar de mis hijas. Separada y con tres hijos me diplomé como Educadora Social y ya con cincuenta años me licencié como Criminóloga.